Carlos Tosi (M / Peru, 1930-1978), novelist

From 4 Enoch: : The Online Encyclopedia of Second Temple Judaism, and Christian and Islamic Origins
Jump to navigation Jump to search

Carlos Tosi (M / Peru, 1930-1978), novelist

Works

Novels

Biography

Escritor teatral, poeta y ácido comentarista de televisión en su columna, la cual firmaba como Plauto, de la revista 7 días del Perú y del mundo; de Tosi casi no quedan rastros en las charlas literarias, salvo veladas alusiones a que fue amante de Haya de la Torre cuando fungió como su secretario. También, en 1978, se supo de su cuerpo reventado contra el pavimento al ser arrojado de un edificio, hecho que no deja de hacer eco del malsano final del personaje de su única novela: Judas* (1975).

La novela inicia con un paratexto que devela el campo literario de los ’60 y ’70: Tosi autoriza su obra primera bajo la égida de César Moro, quien revela su extrañeza y desconocimiento a un ser tan caro para la tradición occidental: el apóstol Judas, el que acompañó a Cristo y lo vendió por treinta monedas de plata; ese hombre que arrepentido, según el evangelio de Mateo, acabaría suicidándose por no soportar el tormento de la culpa:

Entonces, Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!

Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó (Mateo 27: 3-5)

Aborrecido por Pedro y maldito para la historia humana, a Judas Iscariote se le ha calificado como el judío errante, el no muerto, el gran traidor que es devorado incesantemente por Lucifer y cuyo descanso le está vedado. Tosi es consciente del enorme vertedero de miseria y abominación que envuelve al personaje, pero decide otorgar un lado nuevo y el mismo texto se plantea a modo de documento que saldará “una deuda” con la historia.

La autonombrada novela nació gracias a la editora Atlántida (Lima- Perú); de tapa blanda, con un cintillo- reconocimiento al amigo muerto- firmado por César Moro y de ochenta y dos hojas, el libro se constituye como una anomalía de época ante las monumentales obras de autores como Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique: breve, con un narrador que se bifurca entre la voz impersonal y el testimonio de Judas, y un transitar constante entre el lirismo surreal frente al relato de acciones concretas, Judas es el asomo de una sensibilidad nacida entre poesía y tablas:


Noche vendrá en que él deslumbrará la aurora:

ya que el Padre lo espera a su siniestra (Tosi 1975: 12)


Así, son dos voces las que pretenden aprehender el instante de vacilación del apóstol maldito ante la muerte: la primera y última recrea las sentencias bíblicas que se cargan de misterio y donde la voz de Dios habita, mientras que la segunda corresponde a la de un Judas que narra sobre el desapego permanente ante la vida y su oficio: “Sabes que vivo del engaño. Adivino la suerte, el porvenir y descifro las líneas de las manos. Dije siempre que he llegado para anunciar la venida del Mesías. Nada es cierto” (Tosi 1975: 18)


Este Judas nos acerca a un tiempo donde las profecías, la magia y los milagros eran pan diario de falsos magos y mercachifles que buscaban acaparar la atención y las bolsas de la gente. Sin embargo, no es la sucesión de actos divinos que atrae a Judas hacia Jesús sino su mirada: dos ojos preñados de inocencia dedicados a la muerte y la promesa de un futuro otro para los judíos; precisamente, ese futuro otro es la esperanza de un pueblo liberado bajo el manto del Galileo, hombre capaz ya de atraer a hombres toscos y masas clamorosas, ya de infundir temor entre fariseos y saduceos, grupo donde destaca el abyecto Caifás.


“Tú has engañado para ganarte el pan, yo los engañé para salvarlos” (Tosi 1975: 38) revela Jesús ante Iscariote, el mismo que le dedica cada acto de su vida y colabora en la orquestación de un engaño universal, una falsía que trascendería a través del tiempo y restituiría la fe entre hombres temerosos de un más allá donde solo exista la nada. El Nazareno se convierte en un urdidor de silencios, secretos y coordinaciones que van trazando un sendero que él mismo parece no imaginar: el camino hacia su santidad está rodeado de azares poco divinos. En dicho tránsito se trastoca la historia oficial y conocemos sobre la crueldad innata del gobernador Poncio Pilatos, la banalidad del poder que reclamaban Caifás y demás sacerdotes, y de un milagro inesperado que siembra la duda en el protagonista. Una duda traída de la mano de un Lázaro catatónico y que impele a Judas al habla porque es imperativo exculparse ante el dolor que se cierne sobre el sacrificio del inocente.

También encontraremos las disquisiciones que han atormentado a los pensadores e historiadores de las sacras escrituras: ¿Es Judas inocente? ¿Acaso Dios no sabía de su traición de antemano? ¿Acaso el sentido de su origen no había sido cargar con la tarea más pesada: la traición al que se ama? ¿Existe realmente el libre albedrío si la suerte ya está dada? Aunque el final sea el conocido lazo sobre el cuello de Judas, la novela de Tosi alumbra la consciencia amarga de un traidor y nos otorga una mirada otra sobre nuestros propios procesos literarios, pues cuántos Carlos Tosi o Leopoldo Chariarse- poeta a quien se alude en la carta inaugural de Moro- no hemos sepultados bajo el olvido.